Por: Jesús Amador
Chetumal.- Resulta prematuro hablar de la labor hecha por Yensunni Martínez en sus primeros días como presidenta municipal de Othón P. Blanco (la cual es superior a la que traía el nefasto gobierno de Othoniel Segovia), pero de lo que sí podemos hablar es de su valentía por incrustar en los cargos de primer nivel de su gobierno a la «sangre nueva» de políticos chetumaleños, lo cual no sucedía desde hace varios años.
Sin grandes alardes y sin «cacarearlo» tanto (como en su momento lo hicieran el poco célebre, Andrés Ruiz Morcillo y el innombrable, Luis Torres Llanes, quienes presumieron en que serían los «mesías» de la nueva clase política del sur de Quintana Roo, cosa que nunca sucedió), ahora Yensunni no titubeó en hacerlo, y arriesgar -quizá en demasía-, su capital político con este puñado de jóvenes profesionistas cuya carrera en la administración, en su mayoría y hasta ahora, ha sido a cuenta gota.
Insisto, hay que reconocerle a Yensunni su osadía al nombrar a estos «mozalbetes políticos», porque otra (o) en su lugar hubiese optado por la clásica de traer gente experimentada que haga la talacha y dedicarse de lleno a ver los «bisnes» y compartir selfies a diestra y siniestra.
¿Será que alguien hubiera dado la oportunidad al joven Adrián Sánchez Domínguez para ser el «encargado de la politica interna», así como dejarle el manejo del personal y suministros del ayuntamiento a Javier Regalado Hendricks. Depositarle toda la confianza de la siempre importante dirección de Catastro a Alma Patricia González, y darle la responsabilidad a Julio Han Chan para dirigir la Dirección de Planeación. Encargarle a Miguel Zogby Cheluja la responsabilidad de administrar el dinero municipal y a Jorge «Chinto Chimal» Rodríguez de hacerse cargo de su imagen y la del Ayuntamiento? En verdad, consideramos que no se la hubieran dado. Son cosas que deben medirse en su justa dimensión y admitir que muy pocos, por no decir que nadie, lo haría en estos tiempos.
Es obvio que Yensunni confía ciegamente en toda esta camada de políticos que la ayudarán a gobernar u administrar OPB, pero sin ser pitonizo podemos presumir -no asegurar- que la apuesta es a futuro, mirando mucho más que el presente trienio.
¿A demás de querer «levantar» al moribundo OPB, será que Yensunni este fraguando algo más grande con estos jóvenes. Será que desde ahora prepara la «artillería» para la madre de todas las batallas en el 2022?
¿Tendrá Yensunni el «antídoto» para evitar que esta camada de jóvenes servidores públicos se corrompan? porque los pompeyenses ya no están para aguantar más experimentos.
Tiempo al tiempo…