Por: Jesús Amador
Chetumal.- Independientemente del contundente triunfo de Morena, la elección de ayer domingo seguramente servirá para que Carlos Joaquín se deshaga de varios políticos que hasta antes de la elección presumían ser «caballos» y que al final de cuentas resultaron ser simples «peones».
Tras la mega derrota que ayer sufrieron en las urnas, políticos como Julian Ricalde Magaña, Miguel Ramón Martín Azueta y Luis Alfonso Torres Llanes, deberían pensar en el retiro político, entender que sus respectivos proyectos no gozan del respaldo de los quintanarroenses y que su sobre vivencia o vigencia en el ajedrez político se debe únicamente por decisión del gobernador.
A partir del 2016, tras consumarse el triunfo de Carlos Joaquín, los nombres de los arriba mencionados saltaron a escena y se daba por descontado que cualquiera de ellos sería el candidato a la gubernatura en el 2022. Hipótesis que tomó mayor fuerza cuando a principio del presente año se oficializaron sus respectivas candidaturas -dos para diputados federales y uno a la senaduria-, pero ahora, a menos de 24 horas de la elección presidencial, tal suposición quedó hecha trizas.
La apabullante derrota ante la desconocida Adriana Teisser representa un fulminante golpe a la sobrevivencia política de Miguel Ramón Martín Azueta, el amplio margen de votos en contra deberían ser bien analizado por el citado político para hacerse a un lado y
darle paso a las nuevas generaciones.
Similar situación se presenta con el chetumaleño Luis Torres Llanes, quien aún sigue en shock por la fenomenal felpa que le propició la ex dirigente del Barzón, Patricia Palma.
De golpe y porrazo Licho Torres perdió su dizque capital político que presumía a Carlos Joaquín tras su sonado triunfo de junio del 2016 cuando derrotó a la priísta Arlet Molgora por la alcaldía de OPB.
Ahora Torres Llanes no sólo se quedan desempleado -por calidad moral no debería regresar a la presidencia municipal- sino que pierde cualquier oportunidad para ser postulado como candidato a la gubernatura en el 2022.
Y del perredista Julian Ricalde Magaña se podrían decir muchas cosas, pero nos limitaremos a contextualizar que su fracaso era bola cantada porque de nueva cuenta traicionó a sus aliados, ahora fue contra el Clan de los Ramos, como en su oportunidad lo hizo contra Greg Sánchez.
Entonces, la derrota de los candidatos de la alianza PAN-PRD-MC puede verse como algo positivo para Carlos Joaquín porque le permite deshacerse de «cadáveres políticos» y comenzar a preparar a sus verdaderos candidatos con los cuales mantenga el control del Congreso local en el 2019 y revalide la gubernatura en el 2022.
Y no necesariamente deben ser candidatos amarillos, azules o rojos, CJ ya mostró ser un gran negociador. O no Mara?
Tiempo al tiempo…