Por: Jesús Amador
Chetumal.- Aún no asume la presidencia municipal y Juanita Alonso tendrá que enfrentar la primera «descomunal» osadía: Apoyar a la mayoría de cozumeleños que se oponen rotundamente a la construcción del cuarto muelle para cruceros en la ínsula ó «poner el pecho a las balas» para defender citado proyecto que se supone trae la venia o visto bueno del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
La mañana de hoy los habitantes de la Isla de las Golondrinas salieron a protestar ante la eminente construcción del 4 muelle, pidiendo a las autoridades echar para atrás semejante obra porque causaría mucho daño a los arrecifes. Pero legalmente no hay mucho por hacer debido a que las autoridades federales -llámese gobierno de AMLO-, ya entregó los permisos correspondientes para que se edifique.
Sin deberla y mucho menos buscarla a Juanita Alonso se le presenta tremenda encrucijada que deberá resolver de buena manera, evitando echarse en contra a los cozumeleños, pero también, proteger los intereses de la Cuarta Transformación (4T).
A simple vista y quizá para algunos «sesudos» se antoja fácil resolver el problema, pero a título personal lo observo muy delicado y más si tomamos en cuenta la idiosincrasia de los cozumeleños quienes después de lo que sufren por las secuelas de la pandemia del Covid-19 han entendido que no pueden depender únicamente de la industria del turismo de Cruceros y deben diversificar su economía.
Resulta obvio que desde ahora Juanita Alonso, Morena y los aliados de la 4T deben buscar alternativas para superar y paliar las inconformidades que genera y traerá la construcción del cuarto muelle de cruceros, porque de no implementar una buena estrategia podría convertirse en su principal desgaste politico a la víspera de iniciar su gobierno.
Los cozumeleños son aguerridos cuando se trata de conservar su isla, desde 1998 han impedido muchos intentos empresariales por construir otras terminales de cruceros. No es casualidad que han pasado 23 años desde la construcción del muelle de Punta Langosta, la gente local sabe el daño que han causado al hábitat natural y a la movilidad cada uno de los proyectos de terminales marítimas, en contraste con los escasos beneficios reales que la industria de cruceros deja a la población.
Y hablando del tema político, genera mucha sorpresa y seguramente dará mucho de que hablar, de que el lugar donde se construirá el cuarto muelle de cruceros en Cozumel sea propiedad de la familia Joaquín. Cuando menos los Condominios Palmar, que se ubican frente al Malecón, pertenecen a Pedro Joaquín Delbouis.
¿Podrá Juanita Alonso y la 4T calmar los ánimos de los enfurecidos cozumeleños que se oponen a la construcción del muelle de Cruceros o aplicarán la estrategia de «oídos sordos»?
Tiempo al tiempo…