Por: Jesús Amador
Chetumal.- A pesar que en los 18 meses que fungió como presidente municipal de Othon P. Blanco no resolvió ninguno de los grandes problemas que aquejan a los pompeyenses, la mañana de hoy Luis Torres Llanes «renunció» al cargo para buscar la candidatura a la diputación federal por el II distrito electoral.
Lejos de cumplir las promesas que hizo durante su campaña proselitista Licho Torres aprovechó su estadía en palacio municipal para construir su mansión, pavimentar con concreto hidráulico su calle y beneficiar a su grupo de amigos.
Su compromiso por reactivar la paupérrima economía de los chetumaleños y de meter a la cárcel a los ex funcionarios municipales sólo fueron un «gancho» para obtener la confianza de la mayoría de los ciudadanos que votaron por un cambio que nunca llegó.
En estos 18 meses del gobierno de Licho Torres las acciones del municipio capitalino no cambiaron en nada, problemas de inseguridad, baches, desfondes y el pésimo servicio de recoja de basura, persisten como cuando gobernaban los priistas.
Licho Torres deja a Chetumal hundido en la miseria, sin argumentos para pensar en una recuperación económica. Sin servicio de transporte urbano y con un relleno sanitario a punto de generar conflicto de salud pública.
Amén de la desilusión generada entre los sectores más vulnerables de la ciudad, Luis Torres Llanes debería preocuparse y ocuparse para volver a ganarse la confianza de los empresarios y comerciantes porque estos trinan de coraje contra él porque la economía de Chetumal sigue en franca picada.
Es casi un hecho que esa pírrica labor cobrará factura a Licho Torres, la gente no perdona burlas tan grotescas y mucho menos que jueguen con sus sentimientos, como lo han hecho en la actualidad.
Ante el descontento de los Chetumaleños, seguramente Luis Torres buscará conquistar otros núcleos poblacionales para acceder al Congreso de la Unión, pero las cosas no pintan fáciles porque lejos de sus adversarias ( Cora Amalia y Paty Palma) su principal enemigo es traer la estafeta del gobierno del cambio, ese que en el 2016 fue la sensación pero que hoy en día es sinónimo de frustración.
Hoy una mayoría de chetumaleños festeja la renuncia -no licencia como debió de ser- de Licho Torres, de manera particular los empresarios restauranteros, incluidos los dedicados a los giros negros, intelectuales y la gente que vive en las colonias populares (incluidos los de la colonia de «Los Monos») porque concluye otro capítulo más de un político que llegó al poder a servirse y no servir a sus gobernados.
Pero eso es un asunto concluido, ahora lo importante es continuar con las ambiciones políticas, volver a vender espejitos, buscar formas para seguir engañando a la gente, total si con 100 pesos pueden comprar conciencias.
Tiempo al tiempo…