Por: Jesús Amador
Chetumal.- Por más de cuatro décadas estuvieron acostumbrados a recibir órdenes del gobernador en turno y ahora que pueden jugar a la democracia, los priístas quintanarroenses no logran ponerse de acuerdo para elegir a sus candidatos que contendrán en las elecciones de junio próximo.
Hasta la elección del 2016 -cuando se eligió a la XV legislatura- en un abrir y cerrar de ojos el PRI «planchaba» a sus candidatos de los quince fórmulas uninominales y su respectiva lista de candidatos a diputados por la representación proporcional, pero ahora tanto la dirigencia estatal como la propia Comisión de Procesos Internos se encuentran impávidos, congelados y esperando de una «señal» para definir a sus abanderados.
En años anteriores -hasta el 2016-, la citada Comisión de Procesos Internos requería pocos días para «palomear» a sus candidatos y no muchos como sucede en la actualidad, obviamente, con la voluntad del gobernador en turno.
Resulta obvio que ante la falta de un tutor o del «gran padrino financiero», el tricolor quintanarroense deambula y se encuentra a merced de caprichos de seudos dirigentes y candidatos que pretenden venderse como la «octava maravilla» del mundo cuando en realidad ni sus vecinos votarían por ellos, pero quizá sea el costo político que deban pagar si en verdad desean implementar la democracia en su interior.
Pero tal acción (jugar a la democracia) seguramente estará creando algunos problemas en candidatos que desde que se registraron daban por descontado que serían los ungidos y hasta ahora no ven claro, como es el caso de Carlos Hernández Blanco en el onceavo distrito, quien de última hora compite con Ana Arana Martín por la candidatura. O como Paoly Perera Maldonado y Miguel Ángel Chacón Arcos, quienes por ego o berrinches, no registraron su candidatura en el doceavo distrito y será la dirigencia estatal quien de manera directa decida quien será su candidato.
El juego de la democracia interna priista está provocando las citadas acciones y otras, como por ejemplo, que dinosuarios (as) impulsen a jóvenes como candidatos propietarios y ellas (dinosaurias) sean suplentes, caso concreto en el décimo-cuarto distrito, donde una «distinguida priista» hace hasta lo imposible para que la joven y bien ponderada chetumaleña, Elba Michelle Medina González, sea la ungida y no Miguel «El Turco» Martínez, claro, bajo la promesa que de ganar la elección o ser una de las cinco primeras minorías, ella pida licencia meses después de rendir protesta, verbigracia, lo que sucedió con José Alberto Alonso Ovando en la décima primera legislatura.
No cabe duda que a muchos priístas les cuesta entender las nuevas formas de hacer política, su pauperrima y mínima visión no les permite entender el repudio que les tiene la sociedad y que si en verdad desean volver a recibir voto alguno, necesitan, para empezar-, elegir a verdaderos candidatos, a gente que comulgue con la raza y que gocen de la simpatía del pueblo.
Manuel Díaz Carvajal, es mucho qué pedir?
Tiempo al tiempo…
Vergüenza les debe dar ese partido, los jóvenes ya están despiertos, nadie votara por ellos.