Por: Jesús Amador
Chetumal.- La elección de Sergio Avilés Demeneghi como presidente del Tribunal Electoral de Quintana Roo (TEQROO) no abona en absoluto para recuperar la confianza que perdieron de los quintanarroenses en los últimos años, y sí al contrario, por su simpatía muy marcada hacia un grupo político, permite pensar que el máximo órgano de impartición de justicia electoral local seguirá navegando y hundiéndose en el descrédito.
Lejos de marcar un antes y un después, el cambio de presidente del Teqroo (Víctor Vivas dejó la presidencia a Sergio Avilés) se observa como la continuidad del mismo proyecto, tomando en cuenta que la mayoría de sus últimas resoluciones de ambos magistrados se dieron apegadas a directrices enviadas de la calle 22 de enero.
En sus más de dos décadas de creación, nunca habíamos visto al Teqroo navegar en el descrédito y en muy raras ocasiones sus sentencias habían sido reprobadas por su homólogo federal como ahora ha sucedido con suma frecuencia.
Se desconoce con precisión cómo y el porqué Sergio Avilés asumió la presidencia (todo apunta que se unió con Víctor Vivas para «mayoritear» a Claudia Carrillo Gasca), pero lo que sí podemos asegurar es que la sociedad quintanarroense no vio con agrado tal elección. Un gran parte de la clase política estatal daba por descontado la llegada de la magistrada Claudia Carrillo a la presidencia de la TEQROO, porque consideran que cuenta con el perfil para que el Tribunal recuperará algo de la honorabilidad pérdida.
¿Debemos otorgarle el derecho a la duda al magistrado Sergio Avilés? ¿Consideran que se anime en aplicar justamente la balanza jurídica por encima de sus intereses políticos?
Tiempo al tiempo…