Por: Jesús Amador
Chetumal.- Aun cuando él y su gente cercana hacen hasta lo imposible por tratar de convencer a los quintanarroenses, principalmente a la gobernadora Mara Lezama, de que está haciendo un buen trabajo, lo cierto es que el fiscal de Quintana Roo, Oscar Montes de Oca Rosales, no convence ni a sus «wachomas».
A pesar que los momios no juegan a su favor, el fiscal se aferra en ocupar la titularidad de la Fiscalía General del Estado (FGE). Su apuesta es «guajira», en la mayoría de sus frentes el escenario es adverso, de manera particular ante la ciudadanía que desde hace tiempo espera la impartición de justicia.
Lo visto la tarde-noche de ayer en la sede del Poder Legislativo sólo nos corroboró que Montes de Oca es ajeno al sentir de los quintanarroenses. Además de ser una pedentaria, el «huir» por la puerta trasera del edificio de «Punta Estrella» es un signo inequívoco de no estar cumpliendo con los principios basicos de un servidor público comprometido con la ciudadanía.
La actitud de Montes de Oca contrasta con la forma de gobernar de Mara Lezama, cuyas acciones busca compartir con los quintanarroenses.
Insisto, no se puede ni debe soportar la actitud insolente expuesta por Montes de Oca, porque lejos de ser un profesional en leyes, ahora se debe a los quintanarroenses que le pagan su salario.
¿Merece ser «nuestro fiscal» una persona que además de no tener ningún vínculo consanguíneo con nosotros, no nos dé la cara o huya? Obvio que no, yo creo que no. Ni el ex tinto procurador y hoy finando, Miguel Pereyfitte Cupido, lo hizo durante el gobierno de Mario Villanueva, cuando el «nativismo» estaba muy arrraigado.
¿Será que la gobernadora Mara Lezama y la actual legislatura trabajen de la mano para que los quintanarroenses tengamos un buen «abogado?
Tiempo al tiempo…