
Por: Jesús Amador
CHETUMAL, 1 de noviembre.- No cabe duda que la hiel política continúa brotando a cántaros de la humanidad del flamante titular de la Secretaría de Desarrollo Social e Indígena (Sedasi), Julián Ricalde Magaña, en esta ocasión sin empacho alguno sostuvo que las “Brigadas del Bienestar” y “Basura por Alimentos” eran programas electoreros del gobierno de Beto Borge, desacreditándonoslos en todo momento.
Hasta cierto punto es aceptable cuando Julián Ricalde tilda de electoreros los citados programas sociales porque fueron de los más relevantes que hizo la pasada administración, pero es una verdad a medias, porque citados proyectos de asistencia social sí encontraron eco entre los quintanarroenses, principalmente quienes radican en las colonias populares y zonas rurales.
La esencia por debatir sobre estos programas asistenciales es meramente para desmentir lo expresado por el ex presidente municipal de Benito Juárez, ya que independientemente de que muchos funcionarios de la anterior administración se “hincharon de billetes”, insistimos, si fueron bien aprovechados por los quintanarroenses.
Es obvio que Julián Ricalde no tiene el pulso social de los once municipios de Quintana Roo porque gran parte de su vida ha radicado en Isla Mujeres y Cancún, pero debería recorrer las zonas rurales y colonias populares de los municipios más pobres de la entidad, verbigracia, los enclavados en la zona maya, para que conozca a fondo la problemática, para que tenga argumentos sólidos y debatir o calificar, como lo hizo, los programas sociales que son un paliativo para la maltrecha economía de miles de quintanarroenses.
Independientemente que muchos ex funcionarios de Beto Borge se colgaron de los citados programas asistenciales, principalmente de “basura por alimentos” para obtener ganancias personales, lo cierto es que tales programas cumplieron con su principal objetivo: recolectar basura y otorgar alimentos a familias desempleadas.
Hasta cierto punto entendemos –no comulgamos- la postura que tiene Julián Ricalde por desaparecer de la faz de la tierra todo lo que huela a Beto Borge, a quien por cierto en abril del 2011 lo llamó “Mi Gobernador”, pero debería hacerlo con mayor tacto político y más sentido social.
Además de vociferar que encontrar cuatro aviadores en la nómina de Sedasi, de que en el 2017 construirán obras sociales y de que los citados programas sociales son electoreros, Julián Ricalde debería pensar en grande, ya que en sus manos tiene la oportunidad de trascender en la vida política de Quintana Roo y convertirse, ahora sí, en uno de los principales activos que promoverá Carlos Joaquín en su sexenio.
Pero lo vemos difícil, porque la mentalidad de Julián Ricalde se encuentra extraviada, está perdida en los laberintos del revanchismo que acumula desde que se enemistó con Gregorio Sánchez Martínez, y ahora con Roberto Borge Angulo.