Por: Jesús Amador
Chetumal.- Con la exclusión de José Luis «Chanito» Toledo en la venidera contienda electoral, el escenario político en Quintana Roo toma rumbo y deja en claro que el gobernador Carlos Joaquín mantiene los hilos en este proceso y seguramente hará lo propio en el del 2019 para que en el 2022 no tenga problema alguno para designar al sucesor.
La negativa del Tribunal Electoral de la Federación a la candidatura de «Chanito» Toledo fue meramente la cereza al pastel que días antes habían cortado el Instituto electoral quintanarroense y el Tribunal electoral local, era una acción prejuzgada con antelación tanto por la vía legal como política. La legal porque no cumplió con los requisitos de residencia y no registrarse como precandidato y la segunda, por bofarse y menospreciar el respaldo que con anterioridad traía del grupo en el poder.
Es obvio que de haber obtenido la candidatura a la alcaldía de Cancún –ganara o perdiera- «Chanito» Toledo automáticamente se convertiría en el principal aspirante a la gubernatura de Quintana Roo en el 2022 y con todos los pronósticos a su favor para ocupar la silla de la 22 de enero, pero en el pecado llevó la penitencia. Perdió la enorme oportunidad por hablar de más y menospreciar el apoyo que recibía.
Trascendió que hasta marzo pasado «Chanito» Toledo gozaba de la confianza de Carlos Joaquín, la cual comenzó a deteriorarse cuando juró y perjuró al mandatario estatal que cumplía con todos los requisitos establecidos en la Ley para ser candidato a la presidencia municipal de Benito Juárez y que el problema por no haberse registrado como precandidato en el proceso interno del PRD ya no había negociado con la dirigencia nacional del sol azteca, cosas que hoy en día comprobamos que fueron falsas.
Además de mentirle a Carlos Joaquín, corre fuerte el rumor que en un ágape «Chanito» Toledo habló de más (quizá por el exceso de confianza que siempre lo ha caracterizado) al presumir que su candidatura estaba palomeada por CJ y la aceptó porque el PRD se comprometió a hacerlo su candidato a la gubernatura en el 2022, acción que no fue bien vista o del agrado del mandatario estatal.
Ahora ya sin «Chanito» en el escenario político actual, Carlos Joaquín tiene el derrotero en sus manos y seguramente moverá a sus alfiles, llámese perredistas, panistas, priistas, verdes y panalistas, de acuerdo a las circunstancias y tiempos que marca el librito.
Hoy en día, a excepción de la morenista, Maribel Villegas Canché, CJ mantiene contacto con el resto de los actores políticos quintanarroenses que en su momento buscarán ocupar su lugar. Hasta ahora les ha respetado cotos de poder y espacios, evitando cualquier desaguisado como en su momento lo tuvo Beto Borge quien por imponer la «Ley del garrote» terminó fracasando.
Seguramente ahora viene cosas más que interesantes en la vida política quintanarroense, primeramente habrá que esperar la reacción del perredismo local en especial de la tribu que defendía la postulación de «Chanito» Toledo, la de los panistas que cogobiernan con CJ y obviamente, la del sector empresarial que también juegan a un gran nivel.
Lo que es un hecho que hoy, con la exclusión de «Chanito» Toledo Medina, se movió el escenario político quintanarroense y el único ganón es quien ostenta el poder.
Tiempo al tiempo…