Por: Jesús Amador
Chetumal.- Los sueños de grandeza que traía Mary Hadad y «sus mujeres» sólo duraron 45 días (campaña proselitista) y ahora volvieron a su realidad porque a duras penas alcanzaron una regiduria en el municipio de Othon P. Blanco que pretendían gobernar a partir de septiembre próximo.
La soberbia, vanidad e intransigencia que hace un par de meses derrochaba la candidata del PRI a la presidencia municipal de OPB, así como la candidata a regidora Alondra Herrera y sus colaboradoras: Lizbeth Gamboa Song y Judith Rodríguez, entre otras, surtieron el efecto negativo que terminaron de hundir al proyecto político tricolor.
La pésima integración de su planilla fue clave para que Mary Hadad quedara rezagada en la tercera posición, muy por debajo de sus perspectivas. Con un raquítico porcentaje de votación con el que apenas obtuvo una regiduria plurinominal.
La derrota de Mary Hadad es la peor que ha tenido el PRI en OPB, superando por mucho la registrada en el 2016 cuando Arlet Molgora fue derrotada por Luis Torres Llanes y el efecto Carlos Joaquín, en aquel entonces quedó en segunda posición.
El premio de consolación que tendrá Mary Hadad (regiduria) no servirá de nada al PRI municipal que a duras penas respira. El tricolor requiere urgentemente una renovación, cambiar a sus lastres, abrirse a nuevas generaciones, hacer que sus dirigentes retomen sus principios, pero sobre todo, sumen a sus sectores que durante varias décadas han sido abandonados.
Es obvio que tendrán que venir nuevos cuadros políticos para fortalecer y «rescatar» al PRI en Quintana Roo, porque ni Mary Hadad y «sus mujeres», y ni la vieja guardia, van a querer hacer el trabajo de campo, la talacha entre sus agremiados que tanto les hace falta, porque ellos sólo quieren seguir recibiendo las prerrogativas y dádivas que reciben del sistema político mexicano.
Quién será el valiente (a) que levante la mano para rescatar o revivir al otrora poderoso tricolor?
Tiempo al tiempo…